Hasta
marzo del 2013 Facebook tenía registrado 1.110 millones de usuarios.
Se trata de una red social que desde sus inicios, el 4 de febrero de
2004, siempre pidió tener una foto de perfil. Uno puede poner
cualquier foto pero la comunidad optó, quizás por eso tuvo tanto
éxito, por las fotos personales. Por retratos lindos y elaborados
que muestren las virtudes de nuestros rasgos y oculten las
imperfecciones, ya sean granos, arrugas, narices largas, narices
cortas, una ceja más larga que la otra. Una foto de perfil que nos
defina, que nos muestre solteros o enamorados, inteligentes o sexis,
sagaces o tiernos. Al principio los autorretratos dominaban el
recuadro que siempre estuvo arriba a la izquierda del home de la
página. Como esas acciones se volvieron ridículas, aparecieron las
de uno mismo pero hechas por otros.
Por
eso una foto de perfil no es moco de pavo: puede buscar
intelectualidad y lograr ridiculez, puede buscar reflexión y lograr
obviedad, puede buscar el lado más prolijo y lograr evidenciar
rastros de cera en la oreja. Si no te filtrás un poco, una foto de
perfil te puede hacer quedar como un pelotudo.