Hernán
Casciari luce el pelo al ras y tiene nariz aguileña y ojos
fisurados. Fue escritor en grandes editoriales y ahora escribe bajo
sus propias reglas. Creó un proyecto cultural que se llama Orsai;
comenzó siendo un blog y ahora es revista, editorial, bar y
universidad. En una coferencia de TEDx explica -seseándo- los
detalles de su proyecto. Es ordenado y
se lo ve tímido. Quizás sea la cantidad de gente: en el salón hay
más de ochocientas personas. Durante su exposición nunca se va a
sentar en la silla que tiene adelante y va a permanecer con su bolso
cruzado apoyado sobre su barriga --a Casciari también lo apodan
cariñosamente gordo”--, como si fuera Mamá Cora. Tiene unos
papeles con apuntes y cuando los levanta para mirarlos de reojo se
nota que su mano tiembla.
–Ahora
abrimos un bar en Sal Telmo–, dice y acto seguido aclara la
dirección entre dientes como como si dijera un secreto, y hace reír
al auditorio. Hernán explica que la clave del proyecto Orsai fue
eliminar a los intermediarios, es decir: las corporaciones
editoriales, los contratos abusivos y los distribuidores.
–Agarramos
un contrato base de una editorial grande y tratamos de hacer todo lo
contrario–, resume.
El
gordo Hernán tiene 42 años, es de Mercedes (Provincia de Buenos
Aires) y aún conserva a muchos amigos de su infancia; uno de ellos
es Chiri -Christian Basilis- co-fundador de Orsai. La seducción y la
picardía con la que cuenta la historia de Orsai parece una constante
en su vida, algo que siempre lo caracterizó desde chico. Alcanza con
ver una foto de primer grado que eligió para poner de portada en su
cuenta personal de Facebook. Son 31 alumnos derechos, peinados y
sonrientes menos él, que practica un gesto: se hace el mono.
Aquel
hombre mono ahora se retira del salón de conferencias con
ochocientos aplausos en su espalda.
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