sábado, 25 de febrero de 2012

Moby Dick is not dead

Hasta no hace mucho pensaba que la educación no formal era como un pequeño kayak frente a la educación formal llegando de frente como carguero gritón, una bestia de metal. No se puede seguir ampliando la perspectiva de la visión porque te viene una sensación extraña, sentís como que si seguís aumentando la cabeza te explotará. Sin embargo el kayak sigue adelante y no bambolea. La bestia de metal es imponente y parece sufrir, es arrastrada por dos corceles dorados que van sumergidos a su espalda y por delante. Como cuando un gladiador  agarra un pedazo de tierra del suelo donde va a combatir y la siente, la huele, la tira; las manos del kayak asoman y penetran al río al igual que esos biguás que salen repiqueteando el agua apenas unos metros adelante. Un triturador de superficie a las espaldas del kayak adorna aún más la situación; la mente, el cuerpo y la emoción definen a un sujeto integral que mantiene el equilibrio a bordo de la pequeña embarcación. Ya no queda más tiempo, el kayak sigue el aprendizaje como proceso y la bestia de metal grita, sufre y recula. Estanca hacia puerto argentino porque necesita alimentarse y el kayak libre y en paz se dirige a río abierto porque no hay estructura estatal que lo sostenga para tontas obligaciones. Y ahora sí: al horizonte se espantan cien patos de fuego porque Moby Dick is not dead.

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