Lamentos de celebración
Pablo Matías Vidal sacó “Verano”, su segundo disco. Refugiado del frío del invierno en el bar de Aníbal cuenta qué fue lo que lo inspiró a componerlo y de cómo prenderse fuego. Y de las cosquillas del costado. Y de si te cree o no te cree. Y de si va a la entrevista o la cancela educadamente.
“…este no es mi vida
es sólo un adiós a un amigo
no es lo que soy como
es sólo un adiós a un amigo
que no podía hacer las cosas bien
adiós a un amigo
dijo en realidad sólo quiero bailar…”.
es sólo un adiós a un amigo
no es lo que soy como
es sólo un adiós a un amigo
que no podía hacer las cosas bien
adiós a un amigo
dijo en realidad sólo quiero bailar…”.
A fond farewell (Un adiós). Elliott Smith.
Por Facundo Arroyo
“Sí, el disco nuevo de Orquesta de perros va a estar buenísimo. Sí, ahí pido otra. En realidad hoy te iba a llamar para suspender educadamente la entrevista. Después lo pensé. ¿Por qué loco? Hacete cargo, hiciste un disco, te llevó mucho trabajo. Aníbal ¿nos traés otra cerveza? Hola caballero (Míster Blues pasa por al lado) ¿Cómo anda? Gracias Aníbal, pasame el vaso que te sirvo.
Stop. No lo dice todo junto, pero casi. Pablo Matías Vidal ha colgado, finalmente, “Verano” su nuevo disco. Son canciones que representan un momento, “ya recontra pasado”, que primero iba a ser bastante casero con la ayuda de Lautaro Barceló y sus mañas y luego decantó en la ayuda de Alfredo Forte. Adictos gráficos, que también tienen la tienda de ropa No te metas con Raimundo laburó con Vidal el arte y entonces todo cambió. “No, esto no puede ir con lo que quiero sacar ya. Lo seguimos trabajando”. Y entonces el disco salía la semana que viene, y la semana que viene y la semana que viene y salió, pero se juntaron algunas decenas de semanas.
Stop. No lo dice todo junto, pero casi. Pablo Matías Vidal ha colgado, finalmente, “Verano” su nuevo disco. Son canciones que representan un momento, “ya recontra pasado”, que primero iba a ser bastante casero con la ayuda de Lautaro Barceló y sus mañas y luego decantó en la ayuda de Alfredo Forte. Adictos gráficos, que también tienen la tienda de ropa No te metas con Raimundo laburó con Vidal el arte y entonces todo cambió. “No, esto no puede ir con lo que quiero sacar ya. Lo seguimos trabajando”. Y entonces el disco salía la semana que viene, y la semana que viene y la semana que viene y salió, pero se juntaron algunas decenas de semanas.
“Bueno y queda pendiente el disco físico, con cartón. Para eso me tengo que volver a contactar con los chicos de Adictos. En esa edición física va a venir un bonus track de regalo con diez temas más. En el track siete van a estar las diez canciones de regalo para el que lo compra. Está buenísimo colgarlos por Internet pero la realidad es que el disco material se está volviendo como un fetiche y a mi me gusta que la gente compre discos, que se interese un poco más por la música que escucha. Yo sigo bancando esas cosas. Por más que sea para un par de caprichosos que quieran tener el disco en la mano. Es como una pequeña golosina, como dice el tipo que vende en el colectivo usted que tiene el gusto de comprar”.
Pablo Matías Vidal -nosotros cuando lo conocimos le decían, casi todos, El mago- está apoyado contra una pared de azulejos grasientos. Dice que “le da paja” hablar de este nuevo disco por eso larga todo junto, como para que se pase rápido y poder charlar de otras cosas. Como lo reflejaron los Adictos, El mago escupe: “Este disco salió de algo que me pasó a mí medio compliqueti que ahora no viene al caso. Eso fue en verano. Me volví un poco loco y las canciones empezaron a salir en ese momento. Muchas también luego de ese verano porque también tiene esa cosa de mirar hacia atrás, de verme a mi como recuperándome de ese verano en una sillita mecedora yendo de atrás para adelante”.
“Vivía en una casa que era una habitación con un balcón. Lo más lindo. Terminó el año, tuve mis dos semanas de vacaciones y no tenía plata, no tenía energías, no tenía nada. Ese momento en el cual todos juntan sus energías y su plata y hacen lo que vienen pensando, bueno yo no tenía nada”.
Esa bocanada que sale por la boca de Vidal en el arte de tapa es producto de otras de sus actividades del pasado. “Esos son mis dibujitos. Son algo muy representativo, ahora no los hago tanto. Están los chinos, están los caracoles, los que vienen de corporaciones con los maletines. Es como tengo trecientas canciones encerradas en mi estámogooo”, entona la segunda versión de Irene, una canción de Orquesta de perros. “Una nube pesada de cosas que tengo adentro”, explica Pablo que varía el testimonio con gestos, poesía y voz de cantautor, entonando.
Prenderte fuego
“El puñal en el costado a un cantautor sirve también para hacerle cosquillas”, eso es lo que anda buscado Vidal, lo que quisiera trasladar a una canción. Quizás no la frase entera, quizás si, pero esa idea de que no es para tanto. Vamos muchachos que también nos podemos reír.
“Quise descontracturar un poco la cosa de cantautor drástico, dolorido. Está todo bien pero ya en un momento cansa”. Canta: “Y las canciones de los muchachos se están ahogando en lamentos… de celebraciooón, queda ahí como para que vaya subiendo y que sea una fiesta. Como que no es para tanto, vamos, vamos. Los lamentos de celebración… finalmente tiene que ir para ese lado porque cuando uno canta esas canciones es porque realmente las siente; y cuando van pasando las presentaciones ese sentimiento cuesta llevarlo adelante. Cantar en primera persona esa celebración a veces es desgastante y también algo hay que hacer. Todavía esas canciones, por suerte, no las repito como un loro, todavía me van llevando. Si no te prendés fuego no tiene sentido”.
“Me costó mucho manejar el tema del escenario. Yo he estado tocando adelante de una mesa de veinte que cantaban el feliz cumpleaños, eso es demoledor. Fui aprendiendo también a pararme de otra manera. Los amigos me enseñaron mucho. Mi vida antes era así, ahora no tanto. Me interesan los momentos de tensión pero también me gusta tirar algún comentario que descontracture. No me interesa más que sea todo el tiempo tortura”.
Contra el rincón más alejado del horno donde Aníbal saca una pizza hay un televisor. Tres viejos abrigados están pegados a la pantalla porque no entienden cuál es el caballo que está por ganar. El volumen está al mango y el relator de la carrera va juntando cada vez más palabras en menos segundos. Ahora parece que ese relator está por sacar el primer puesto pero finalmente gana La Valeria, la yegua número 7. El mago vuelve del baño y parece que ya está aliviado, que el verano ya pasó.
“El puñal en el costado a un cantautor sirve también para hacerle cosquillas”
Hay en Irene III, track 5 del disco, una sensación de energía pop, esencia que se acerca a Estelares. En realidad hay otros pasajes del disco que también puede suceder lo mismo. Vidal dice: “Lo que pasó con Irene III fue raro, no me gustaba cómo iba quedando, había tres guitarras muy distorsionadas. La barajamos de nuevo y empezamos con guitarras acústicas y a meterles capitas de a poco y quedó así”.
“Puede ser que esté la influencia de Moretti. Estelares hoy por hoy no es una banda que me vuela la cabeza, pero yo soy cantautor en parte porque me picó el bicho cuando fui a ver a Moretti. Los shows de Capitán escarlata, en La Fabriquera, recuerdo esos recitales en que el loco estaba ahí sólo, sin ningún amigo alrededor, tomando un whisky, arrancaba a tocar, terminaba un tema, tiraba la hoja y arrancaba con otro. No era algo perfecto, no era algo prolijo, era algo urgente, un tipo que tenía que cantar. Los discos de Estelares se demoraban y entonces el loco se le acumulaban más y más pilas de canciones”.
“Yo venía de Chizo de La Renga y Los Redondos, sabía todo, era un enfermo. Ahí empecé a escribir las primeras letras, eran crípticas, sólo yo las entendía. Después entendí lo otro: En la habitación se escucha el teléfono, esa era la forma de poder expresarme. Después Míster América fue la banda que me enseñó, a tres cuadras de mi casa, a entender la búsqueda de la música. Es una cosa de locos, me cambió la vida escuchar a Míster América”.
“Después conocí a Elliott Smith y a Nick Drake. ¿Qué onda estos locos que no gritaban para cantar? Me encanta cantar, no puedo vivir sin cantar y yo a mi voz la detesto, pero no me importa”.
“Me identifico con los tipos que sienten su canción, no me interesa ni la técnica ni la profundidad formal. Una cosa que me doy cuenta de toque es si un músico hace su canción de corazón o no. De toque lo saco. Si un tipo desafina pero canta de corazón y bueno… será cuestión de tiempo pero lo banco a full. La mayoría, cuando arrancamos, somos horribles. Cuando están en pose ya no les doy bola, no me interesan. Para mí es fácil: te creo o no te creo”.
Creo que “Te amo” ha sido más confesional reflexionaba El mago hace apenas algún rato. Ese primer disco salido de las prematuras canciones y reuniones allá en La Comu, una casa polenta, pulenta. Una época pasada, distinta, melancólica, hasta dolorosa. El dolor ahora se siente en la mirada de Míster Blues que observa pegado al ventanal a la gente pasar. Hace rato que no se mueve, que no toma nada, que ha dejado caer su bastón sin molestarse en levantarlo.
Casi Pablo Matías Vidal cuenta las cosas como si las cantara. Como las canta, prendido fuego. Si no… no tendrían sentido. “Verano” que ha salido en invierno está colgado en el nido de los cantautores de la ciudad: www.ufcaruf.com.ar, gratis, cultura libre, creative commons, la filosofía de la guitarra acústica.
- Hacete un cierre Mago, una más:
- Una vez toqué con un rollinga que hacía percusión con las cosas. Tocate una de los Rolling Stone, para cerrar me lo pedía. Y bueno… “Like a Rolling Stone”.
El mejor verano de mi vida no tengo idea de cómo podría ser, el peor ya lo padecí-.
Publicada en De Garage (versión sin editar), una amiga dice: “Siempre es mejor le versión en papel”.
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