Mientras hago la cola para votar leo a un hombre que fue viernes. Antes de entrar al club Fomento, ya en la fila que es larga, mi viejo pasa y delante de todos me grita que va a llevar a mi mamá y a mi abuela a sus lugares de votación. Delante de todos lo hace, me grita, mi viejo.
Ya adentro estoy a pocos lugares de entregar un rato el documento y me concentra saber sobre Hokusai. El hombre de los viernes me lo cuenta bárbaro, en oraciones letales y directas. Cuando estoy por llegar al remate del día, me advierte mi viejo, que pasa por la banquina de la fila, que va a reclamar la falla de su voto y que me espera afuera, salto cuando me lo dice gritando. “Viejo hincha pelotas”, digo susurrando y la señora que siempre estuvo delante de mí se da vuelta y con una leve sonrisa me dice:
— Dele gracias a diosito de tener un padre así.
Y yo que me quedo con los ojos abiertos viendo cómo la señora entra al cuarto oscuro y el señor que fue viernes la acompaña.
No hay comentarios:
Publicar un comentario