domingo, 9 de junio de 2013
Orsai #5
#
Cuando ví a Joey Ramone en vivo sentí algo especial. Me movilizó.
Era feo y desprolijo, no tocaba tan bien la guitarra y casi que no
bailaba. Después averigüé si sabía bailar pero nadie me supo
responder.
# ¿Ahí
decidiste ser músico o ahí directamente sabías que ibas a cantar y
tocar el bajo?
# Ahí
supe que él se parecía mucho a mí y encima lo noté contento...
Apenas
dijo eso, el Chango retó a Monchito -su perro- con un “Salée
Monchito” y se lo llevó para adentro. Luego volvió al patio, se
sentó en un pedazo de tronco y siguió:
# Yo
lo único que quería era estar con mis amigos y seguir escuchando
música, tener tiempo para hacer esas dos cosas#, dijo mientras se
acomodó el cuello de su remera de “Kizz” y miró a su primo que
hacía cuatro años que no lo veía.
# Pero
algunos de nosotros tuvimos que salir a laburar para poder
arrancar...# dijo el primo que también es músico pero se recibió
de arquitecto y ahora trabaja ocho horas diarias en su oficio
matriculado.
# Sí
ya sé, por eso estoy feliz, pudimos hacer una banda con mis amigos y
vivir de eso. Aunque no sé hasta cuándo durará.
Por el
cielo pasaron volando cien pájaros negros. Los miraron y dejaron de
hablar hasta que se perdieron en el cielo de otro patio.
#
Estamos en pleno invierno Chango, no podés seguir usando esa malla
naranja, te vas a enfermar. Vos te tenés que cuidar la garganta
poderosa.
# La
uso porque me queda cómoda y tengo varios kilos de grasa que me
protegen.
#
¿Pero cómo es que le dijiste a tu vieja?
# Le
dije que se quede tranqui, que no necesito usar
pantalones-largos-prolijos porque soy una estrella de rock del
submundo.
El
Chango se rió y vió venir a Monchito a toda velocidad. El cusco
acababa de aprender a abrir puertas. Corrió hacia el Chango como si
hubiera matado a un policía motorizado.
Texto
trabajado en la Universidad Orsai con Josefina Licitra. Había que
escribir un diálogo que no hayamos presenciado.
martes, 4 de junio de 2013
Orsai #4
Tengo
miedo, me siento observado, creo que se dieron cuenta, todos están
esperando a que llegue la explosión o al menos su aroma, si tuviera
una moto saldría ahora mismo pero no puedo, estoy sin nada, ni
siquiera la bici saqué en este día de sol, una mañana sin nubes en
la que el miedo me agarra cada vez que siento esa sensación dolorosa
dentro de mí, en mis entrañas, y yo nunca supe entender a mi amigo,
el que tiene buen apetito, el que siempre sale corriendo y eso que él
no tiene moto, pero a mí nunca me había pasado, en realidad no sé
si ellos me miran o soy yo que tengo el olor impregnado en mi nariz,
siento que tengo las manos sucias de tanto habérmelas lavado, ya no
sé ni cuántas veces lo tuve que hacer pero realmente hubo días en
los que repetí la acción hasta cinco veces en tramos de dos horas,
está bien, acaba de terminar mi tarea de la mañana, por suerte me
voy de la oficina así ellos dejan de mirarme, dejan de esperar el
estallido, dejan de sentir el aroma que todavía no ha llegado y que
no les va a llegar porque ahora ya estoy corriendo por la calle.
Cuando
el miedo se me va siento una satisfacción orgásmica, una calma
luego de una rotunda paliza de un Hemigway en cueros que me invitó a
pelear a su ring armado en una esquina, más bien diría que soy
Bukowski pero no exactamente en ese cuento en que lo caga a trompadas
a Hemigway sino más bien en cualquiera de sus relatos donde lo que
se siente, lo que se oye, lo que se percibe es el alcohol, en
cualquiera de sus formas, el alcohol y el pos alcohol, ese día
después en los que la conciencia no vuelve hasta pasadas algunas
horas de sol, pero esto dura poco porque al rato me vuelve el mismo
miedo, aunque ahora lo que siento es desesperación porque no creo
poder aguantar en una reunión donde el recipiente se encuentra muy
cerca de los reunidos, en las paredes hay cuadros con las tapas, hay
estantes con revistas guardadas en paquetes con etiquetas y un grupo
de personas se encuentra pensando distintas propuestas y yo en lo
único que pienso es en tener una moto, y ni bici tengo, porque no la
saqué en este día de sol que se está yendo, en invierno el sol se
queda menos pero tampoco es para quejarse porque en Islandia es peor,
en Islandia se queda sólo cuatro horas y quizás por eso Bjork
empezó a cantar en inglés, me distraje y no sé qué dijeron,
espero que haya terminado la reunión porque ya saludé rápido y ya
estoy corriendo otra vez por la calle, está oscuro, ahora lo mío es
desesperación porque mi intestino ya no da más y es entendible, no
puede ser que esto me haya pasado más de cinco días seguidos pero
siento que además del frío algo más se endureció. Es miércoles a
la noche y luego de varios días de diarrea tremenda, la primera de
mi vida, veo caer un sorete duro. Un hermoso sorete duro.
***
Texto
trabajado en la Universidad Orsai con Josefina Licitra. Había que
hacer una secuencia narrativa con un ritmo marcado.
Orsai #3
–Porrque
le materia fecal también puede terminar en un verrso.
–¿De
qué manera?
–Cagándola.
Así
me lo dice el Rey Larva, un poeta con olor a vino, mientras vamos
caminando por el medio de la calle. Es domingo y la gente sale a sus
balcones para ver quién está gritando.
–La
revolución ess con flores o no será. Vos me ves así, en cueros,
pero yo sé que esss lo que se viene. Vamos pateando la ciudad, vamos
a comprar una birra, ESTO ESS EL AMOR, ASÍ ES LA PUESSÍA.
–Gritate
alguna de las tuyas así te escuchan los que miran–, le digo a
Larva, mientras trato de sarcarle algunas fotos que aporten a la
séptima edición de la FLIA (Feria de libros independientes y
autogestionada). Él, avanza al almacén de la esquina; lleva sus
vaqueros sucios y gastados, y su cinturón está desabrochado. Se le
ve el culo entero y en el medio de un cachete tiene un grano con pus.
–Tristeza
de los cielos, amor infinito, tu cosmos será para mí lo que tú...
nou. Tristeza y amor infinito, el cosmos para mí es que lo para...
nou. Me desconcentra el transeúte capitalista. Los que pasan el
domingo encerrados, cerrrdos.
Cuando
el poeta entra al almacén espero que alguien salga corriendo.
El
Larva poeta eleva una botella hacia el sol:
–Rey
Larva tiene su combustible –, lo dice como si fuera el Diego, en
tercera persona.
–¿La
pagaste?
–Con
palabras, amigou.
Vuelve
a la feria, en su camino tira la tapita de la cerveza en un cesto de
basura, se ata uno de sus borcegos y luego sigue caminando moviendo
su torso como si no tuviera columna vertebral. Parece Mick Jagger
cantando “Sympathy for the devil”. Así, oscilante, va llegando a
su puesto de libros, y choca las manos con otros larvas amigos. Lo
escucho gritar algo así como “La vida de la cerrveza es la amistad
con la feria dil cossmos” y luego miro el visor de mi camara de
fotos y pienso que no hay dudas. Él es el rey.
***
Texto
trabajado en la Universidad Orsai con Josefina Licitra. Había que
construir una secuencia narrativa donde debía predominar la voz
directa.
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