lunes, 24 de febrero de 2014

Visto de negro y salgo los martes

Tengo un paraguas con mango de madera. No se trata de vejez, ni temor. Es una causa de dandismo, uno que se halle por los años cuarenta, que conozca de bares y poesía. Ese mango de madera un día me sostuvo la pera, miraba a una paloma destrozada por la urbanidad. La paloma lo llevaba sin rencores, picaba de la calle la basura de las primeras horas de la tarde. Había llovido toda la mañana y quizás el viaje se haría más largo. Era martes, por eso estaba vestido de negro y pensaba salir. Lo que nunca creí fue verla de esa manera, abriéndose por el medio de la gran ciudad, su sonrisa, luminosa, su sonrisa, salvadora. Se me zafó la pera de mi paraguas y la paloma nos dejó solos. Zapatillas de lona, vestido y campera de cuero. Todo por Diagonal Norte hasta el cine.



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