lunes, 11 de noviembre de 2013

Cara de libro


Hasta marzo del 2013 Facebook tenía registrado 1.110 millones de usuarios. Se trata de una red social que desde sus inicios, el 4 de febrero de 2004, siempre pidió tener una foto de perfil. Uno puede poner cualquier foto pero la comunidad optó, quizás por eso tuvo tanto éxito, por las fotos personales. Por retratos lindos y elaborados que muestren las virtudes de nuestros rasgos y oculten las imperfecciones, ya sean granos, arrugas, narices largas, narices cortas, una ceja más larga que la otra. Una foto de perfil que nos defina, que nos muestre solteros o enamorados, inteligentes o sexis, sagaces o tiernos. Al principio los autorretratos dominaban el recuadro que siempre estuvo arriba a la izquierda del home de la página. Como esas acciones se volvieron ridículas, aparecieron las de uno mismo pero hechas por otros.
Por eso una foto de perfil no es moco de pavo: puede buscar intelectualidad y lograr ridiculez, puede buscar reflexión y lograr obviedad, puede buscar el lado más prolijo y lograr evidenciar rastros de cera en la oreja. Si no te filtrás un poco, una foto de perfil te puede hacer quedar como un pelotudo.

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