Te amo
Estoy asustado, tengo velocidad que me trasciende. Muevo los pies como si fuera carro. Marcianos en los baldíos, chinos en los árboles, ni siquiera devenidos de las corporaciones. Tampoco me empapé para llegar a tu casa, pero entré y no estabas. La silla ordenada, los teléfonos callados. La cama, una isla perdida. Las flores, narices con mocos fríos. Un chino me convence afuera y termino siendo el centinela de ese árbol seco.
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