Ayer estuve en una tumba de flores con agua. El mundo muerto que transita. Un universo rodeado por un bosque que caminó en silencio. Un terreno donde millares de lobos no aullaron; ni siquiera los que con rabia andan. Nunca pensé que nuestro mantra volaría por la espesura de los tilos: paz, amor, libertad y respeto. Guardaré mi alma en un chalet porque ante tanta tristeza ese mantra estuvo potenciado con aliento y solidaridad. Y luego, más luego, volveré.
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